La artrosis lumbar se desarrolla debido a una lesión o degeneración del cartílago que está situado en las articulaciones que corresponden a la columna.
En el espacio que se encuentra entre nuestra columna y nuestra pelvis, identificamos cinco vértebras. Corresponden a la columna lumbar y se encuentran situadas en la espalda. Cada una de las vértebras está protegida por un cartílago. Cuando su desgaste se intensifica, tiene lugar la artrosis lumbar.
Síntomas, origen y diagnóstico de la artrosis lumbar
A continuación vamos a identificar los síntomas que experimentamos cuando padecemos artrosis lumbar. Así mismo, hablaremos de su origen y de cómo se diagnóstica esta patología.
¿Qué síntomas tiene?
Los síntomas más comunes que experimentamos cuando padecemos artrosis lumbar son el dolor, la rigidez y la dificultad para realizar ciertos movimientos.
El dolor, habitualmente, se intensifica con la actividad y se mitifica cuando descansamos. Se manifiesta en la zona de la columna pero en ocasiones, se extiende a las zonas próximas a la misma, ocasionando también dolor en la zona del muslo o de las nalgas.
En otras ocasiones, no se manifiesta con ningún tipo de síntoma. Por este motivo, suele identificarse cuando al paciente se le realizan por otros motivos radiografías lumbares.
¿Cuál es el origen de la artrosis lumbar?
La artrosis lumbar tiene lugar por la suma de un conjunto de diversos factores. Entre ellos, encontramos factores ambientales y genéticos. En otras situaciones, puede venir derivada por traumatismos, infecciones o distintos tipos de malformaciones congénitas.
Normalmente, no se identifica una sola causa que haya provocado la artrosis. Por este motivo, se atribuye a una suma de factores.
¿Cómo se diagnostica?
Para llevar a cabo un diagnóstico de la artrosis lumbar, el reumatólogo tiene en cuenta los síntomas descritos por el paciente. Paralelamente, se realizan comprobaciones para localizar el dolor y comprobar las limitaciones del movimiento.
Como pruebas que complementan a la exploración descrita, localizamos radiografías, resonancias o una TC lumbar, éstas últimas únicamente en caso de considerarse necesario.
Tratamientos de la artrosis lumbar
Cuando se establece un tratamiento para el paciente, los objetivos principales son mitigar el dolor y mejorar su calidad de vida. Para ello, se recurre a distintos tratamientos farmacológicos o tratamientos regenerativos. También se utilizan ejercicios para combatir la artrosis lumbar y en ocasiones, cirugía.
Ejercicios para la artrosis lumbar
El reposo nos ayuda a reducir el dolor pero además, existen una serie de ejercicios que podemos llevar a cabo para combatir la artrosis lumbar.
Peso corporal
Tener unos hábitos de vida saludables y seguir una alimentación adecuada es fundamental si queremos mantenernos en nuestro peso correcto. Gracias a ello, el desgaste que sufren nuestras articulaciones es mucho menor.
Buen calzado
El calzado también nos va a ayudar a distribuir nuestro peso de un modo uniforme cuando caminamos. De este modo, se recomienda un calzado con suela gruesa. Gracias a ello la fuerza del impacto es menor. También pueden utilizarse plantillas o taloneras que realicen la misma función.
Ejercicios específicos
La inmovilidad provoca que nos volvamos cada vez más dependientes. Es conveniente realizar ejercicios de poco impacto, como nadar o caminar. También existen ciertos ejercicios específicos, guiados por un profesional, que nos ayudarán a mejorar nuestra movilidad y reforzar nuestros músculos.
Orthokine, terapia regenerativa
Una de las terapias biológicas que se están utilizando cada vez más en el tratamiento de la artrosis es el suero autólogo u Orthokine. El suero autólogo condicionado es una evolución del plasma rico en factores de crecimiento.
Aunque mantiene muchas propiedades de esta línea de tratamiento, cuenta con una serie de ventajas específicas que lo hace especialmente interesante en el tratamiento de la artrosis. Induce micro-reparaciones y cuenta con propiedades antiinflamatorias. Su gran valor reside en su preparación, en la que se producen unas moléculas que bloquean el dolor y la inflamación en el tejido musculo-esquelético.